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Empezando por la ola de secuestros, desapariciones y asesinatos de periodistas en México y terminando con el affair Wikileaks, 2010 pasará a la historia como uno de los años más negros para la libertad de expresión e información en el mundo.
Quizá la expresión más clara del golpe de los Estados omnipotentes a la democracia que surge de la libertad de expresión e información es la ausencia del Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo y su esposa en la entrega del reconocimiento, en Noruega. La silla vacía en la que se colocó la presea para el intelectual y luchador social chino, y la ignorancia de los ciudadanos de a pie del reconocimiento a su compatriota fueron signos funestos, porque la actitud censora del gobierno chino parece estar convirtiéndose en un común denominador en esta aldea global, con múltiples variaciones.
Según Reporteros Sin Fronteras, al concluir 2010, 50 periodistas han sido asesinados en el mundo, en tanto que 278 más permanecen encarcelados, de los cuales 112 son ciberciudadanos, esto es, gente vinculada a las tecnologías de la información que ejercen su derecho a la libertad de expresión.
Entre los países desarrollados, Australia, el país de origen del hacktivista Julian Assange, es un foco de color ámbar por sus afanes censores arropados por un presunto combate a la pornografía infantil online; en tanto que los Estados Unidos de America, la tierra de la libertad por excelencia, podría no pasar la prueba de la democracia si insiste en bloquear a sus ciudadanos el acceso a los secretos filtrados por Wikileaks.
México, una nación en vías de desarrollo, que durante décadas luchó contra la censura periodística desde las mesas de redacción, hoy es -de acuerdo con organismos internacionales defensores de derechos humanos- ha pasado a ser un depredador de la libertad de expresión y, por ende, de la libertad de información.
Probablemente está de más hablar de los "enemigos de la Internet" y la libertad de expresión, asentados en países fundamentalistas o con regímenes totalitarios. Los mismos de siempre. En Europa, los neo-nazis y los fundamentalistas islámicos son las fuentes de peligro para la seguridad de los periodistas, así como la censura disfrazada de demandas judiciales y recortes de personal.
Así pues, el reto ciudadano de 2011 en nuestra aldea global es impedir que a la par de los grandes avances que se dan a nivel tecnológico para ejercer la libertad de expresión, los gobiernos encuentren los espacios para censurar, incluso sobre bases legaloides, la expresión ciudadana, como se pretende, por ejemplo, que sea el Acuerdo Comercial Anti-Piratería (Anti-Counterfeiting Trade Agreement o ACTA, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Sin duda, la libertad de expresión e información será el eje de la lucha democrática en la Globalización para la próxima década y los ciudadanos de a pie, sus protagonistas. <<>>
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